El ejercicio físico es fundamental para mantener una buena salud a lo largo de la vida, y las necesidades de las mujeres varían según la etapa en la que se encuentren. Desde la adolescencia hasta la menopausia, cada fase tiene requerimientos específicos.
Adolescentes (13-18 años): Durante esta etapa, el ejercicio ayuda a desarrollar una base sólida de salud ósea, muscular y cardiovascular. Actividades como correr, nadar o practicar deportes en equipo favorecen la salud general y el desarrollo físico.
Mujeres jóvenes (19-35 años): La actividad física mejora el rendimiento en el trabajo y la vida social, además de reducir el riesgo de enfermedades crónicas. El entrenamiento de fuerza, como el levantamiento de pesas, es crucial para fortalecer los huesos y mejorar la postura.
Madurez (36-50 años): Con la llegada de los cambios hormonales, como la perimenopausia, es importante incluir ejercicios que favorezcan la flexibilidad y la prevención de la pérdida de masa ósea, como el yoga y la natación.
Mujeres mayores (50+ años): Mantenerse activa es esencial para prevenir la osteoporosis y las enfermedades cardiovasculares. Los ejercicios de bajo impacto, como caminar, bailar y el entrenamiento con pesas ligeras, son perfectos para preservar la movilidad y fortalecer el corazón.